Notimex.- El fin de semana pasado la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM) cerró su Segunda Temporada de Conciertos 2013 –Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario (CCU)– con un significativo sumario concertino que incluyó composiciones del afroestadounidense Bernard Rands (1934), el neoyorquino George Gershwin (1898-1937) y el francés Maurice Ravel (1875-1937).
“Danza petrificada” (estreno en México), de Rands; “Concierto para piano y orquesta en fa”, de Gershwin; “Concierto para piano y orquesta” y “La Valse”, de Ravel, fueron las obras expuestas.
Gala con la presencia del belga Ronald Zollman –actual director invitado principal de la Orquesta Sinfónica de la radio Checa de Praga– como director huésped; y, asimismo, la actuación del pianista parisino Pascal Rogé, concertino invitado.
Inició la recepción con la breve pieza “Danza petrificada”, de Rands, basada en el poema “1930: Vista fijas”, de Octavio Paz (1914-1998), perteneciente al libro “Árbol adentro” (1976-1988).
Obra encargada por la Orquesta Sinfónica de Chicago, la cual fue estrenada en mayo de 2011 bajo la dirección de Ricardo Mutis.
(“… vegetación de cúpulas azules y campanarios blancos, muros color de sangre seca, arquitecturas: / festín de formas, danza petrificada bajo las nubes que se hacen y deshacen y no acaban de hacerse, siempre en tránsito hacia su forma venidera, / piedras ocres tatuadas por un astro colérico, piedras lavadas por el agua de la luna…”: O.P.).
Percusiones y trompetas con sordinas en un diálogo de superposiciones que las maracas engalanan con lloviznoso contraste. Pizzicato de las cuerdas y aparición de una sutil marcha escoltada por riffs de los metales. Cuerdas frondosas. Estéreo timbre orquestal de atmósfera sonámbula. Conjeturas de Stravinsky y atisbos de Berio.
La OFUNAM logró un “festín de formas, danza petrificada” que se amplificó por las disensiones rítmicas precedidas por un solo de violín de hermosa vigorización hasta desembocar en final proceloso. Buen preludio que provoca entusiasmados aplausos de los asistentes, quienes han repletado la platea baja y buena parte de los balcones superiores.
Y llegó Gershwin. “Concierto para piano y orquesta en fa” (I Allegro, II Andante con motto, III Allegro con brio). Allegro que principia con percusiones y trombón que invitan a las maderas a la propuesta temática.
Entrada del piano en un solo que desemboca en el silencio hasta que las violas retoman la melodía. Swing de las cuerdas en tenues guiños jazzísticos. Disertación de invitación dancística en tap de un piano que conversa con los violonchelos: edificación de variantes melódicas de cordial swing en delineación de tempos medios y rápidos.
Andante con motto que arrolla con acústica de las trompetas, viola, violonchelos y maderas. Pizzicato de los violines y arenga del piano en demostración de virtuosismo concluyente. Flauta, trombón y trompeta vislumbrando desenlaces jazzísticos. Piano en axiomática y “rasgada” prédica desde sigilosos acordes de ragtime.
Allegro con brío que entra con piano en exposición de clústeres rápidos: fonética que hace referencia a Jelly Roll Morton.
El movimiento más jazzístico de todo el concierto. Tambores y cuerdas delineando un clímax de aglomeración armónica seductora. Ovación. ¡Bravos! Determinante la lectura de Zollman, quien le da un afectuoso abrazo a Rogé.
Cuatro salidas del pianista. Delirio de los asistentes. Zollman reconoce el desempeño de los metales, percusión y cuerdas.
Intermedio. Notimex abordó a la joven de unos 15 años, Prudencisna Gerotta, quien expresó: “Sí, me gusta venir; ya estoy de vacaciones y quiero asistir con más frecuencia.
Anoche mi papá estaba oyendo, ?Rhapsody in Blue? que me encantó, y cuando me dijo que el compositor de hoy sería Gershwin quise venir. Aquí estoy satisfecha de lo que acabo de escuchar”.
Tercera llamada. Tiempo raveliano que emprendió con “Concierto para piano y orquesta en sol mayor” (I Allegramente, II Adagio assai, III Presto).
Allegramente que entabla diálogo entre pizzicato de cuerdas, clústeres elegantes del piano y silbos de trompetas. Piano y violines entrevén el motivo melódico que un solo de Rogé bosqueja con intermitencia del arpa. Coda provocativa de contrapunteo entre trompeta y piano.
Adagio assai: preludio del piano en delicada dilucidación: casi un vals, casi una chanzoneta que pone en vilo a la sala. Timbre de seductora marejada melódica. Piano acuoso: Rogé a sus anchas.
Zollman en lectura cómplice con la OFUNAM. Flautas y cuerdas que retan al piano y lo conducen por hermosas concordias.
Presto: apertura con clústeres de pasmosas digitaciones. Técnica impecable del parisino. Coloquio con las cuerdas. Ciertos regodeos jazzísticos. Prestancia vigorosa de la OFUNAM: determinante la conducción de Zollman. Ovación que bordea el delirio. Cuatro salidas del concertino.
Encore: una delicada y proporcionada interpretación de “Gymnopédies No. 3″, de Eric Satie (1866-1925): pausas que inundan el silencio desde mesura arropante.
Concluyó el agasajo con “La Valse”: Ravel en una de sus obras maestras. La OFUNAM glosa la orquestación portentosa del autor de “Bolero” con suelta y absoluta exégesis. La belleza humedece los rincones de la Sala Nezahualcóyotl. Vals filarmónico –sensual, impetuoso y lúbrico–, que rinde homenaje a Johann Strauss (1825-1899). Zollman demuestra conocimiento absoluto de la partitura.
Ponderaciones de los asistentes que se levantan de sus butacas y gritan ¡bravos! a más no poder. Ronald Zollman se adueña de la tarde. Público complacido que sale satisfecho de la Nezahualcóyotl.
Vacaciones de la OFUNAM. Regreso: 14 de septiembre. Programa Mexicano con obras de Arturo Márquez (Sonora, 1950), y Enrique Barrios como director huésped.
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